Garaigordobil
afirma que el juego amplía el conocimiento del mundo social del adulto y
prepara para el trabajo, por medio del juego de roles, como el representar un
chofer, maestro, médico, entre otros, aproximándose a lo que es la vida laboral
del adulto, imitando en cada actividad las reglas o normas de comportamiento
que rigen dichas personajes y relaciones.
Cada
rol será circundado por las enseñanzas familiar y social, “Por el juego se
amplía el conocimiento de los hechos, situaciones y realidades sociales, porque
cada niño aporta nuevas visiones del mundo representando distintos roles (Cada
cual trae al grupo las profesiones de sus padres, con lo que se observan y
representan variadas funciones sociales)” p. 37, dándoles esa preparación para
el trabajo y la sociedad adulta, como lo menciona Vygotsky en 1931 y lo
reafirma Bruner en 1986.
Esta
escritora también cita a Piaget, al presumir que consideraba las situaciones de
juego grupal como un foro para la reciprocidad mutua, para la coordinación
interpersonal de roles y para el desarrollo moral. Así mismo hace constar el
resultado de investigaciones de Burton Jones (1967) en la que dice que los
niños de 3 a 4 años de edad que no participaren en el llamado “Juego
desordenado” como tirarse, rodar, empujarse, gritar… con sus iguales,
representan ciertos problemas de adaptación social, repercutiendo en timidez,
miedo y rechazo a los juegos de contacto físico, sin poderlos discriminar entre
juego o verdadera agresión.
Por
esto, y muchas otras ideas,
Garaigordobil apuesta al juego colaborativo, para desarrollar el ámbito
socioemocional, coadyuvando la expresión y el control de las emociones en el
transcurso del desarrollo de la personalidad del niño.
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